Primera Piedra.

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Los días pasaron hasta convertirse en semanas, las cosas iban bien, más que bien, perfectas.

Para Daniel pasar tiempo con sus personas amadas fue estupendo, sentía que todo el tiempo vivía en un comercial de perfume para hombres, se sentía afortunado de poder convivir con dos hombres tan guapos y más si uno de ellos era su adorado esposo.

Para los hombres las cosas también eran hermosas, sólo que había algo que sólo ellos podían apreciar, el hogar que habían fundado. Para ellos que no habían crecido en una familia convivir con Daniel era extraño, cálido, agradable. Ambos recibían una atención desinteresada, de un interés por su bienestar, un interés por todos los aspectos en general, Camiel y David se reconocían como familiares y en poco tiempo se les vió retandose fraternalmente en peleas realizadas en el espacio de la sala, daniel sólo rodaba los ojos y los dejaba ser, se había creado un ambiente familiar entre los tres, un cómodo espacio en el que se sentían felices, y no sólo en la privacidad de la casa, sino también fuera de esta.

Habían aprovechado al máximo cada día. El día después de la llegada de David, después de desayunar Daniel se había propuesto familiarizarse con los alrededores de la casa, David se ofreció a acompañarlo y aunque Camiel no estuvo muy de acuerdo con que Daniel saliera de la casa y se cansara caminando terminó acompañándolos, claro que antes los convenció de que cado uno llevara cosas necesarias como agua, cuerdas, y cosas así, a Daniel le pareció buena y terminó llenando una canasta para organizar un picnic para almorzar, canasta que terminó llevando David. Aquel día caminaron mucho hasta llegar a un lago, los tres se zambulleron ahí sin pensarlo, fue una linda tarde para recordar, no obstante al día siguiente volvieron, pero para pescar, a los hombres les dió por hacer una competencia sobre quien pescaba más y así, la competencia fue absurda, por estarse saboteando entre ambos al final el ganador resultó ser Daniel, que con un pez de tamaño mediano los venció.

Resumiendo las semanas anteriores habían sido mágicas, tanto que era fácil acostumbrarse a estar tan felices, pero nada es eterno y el buen tiempo terminó.

Sucedió una mañana cuando Daniel despertó algo tarde, se despertó desconcertado, él esperaba encontrar a Camiel a su lado, pero no estaba y no verlo lo asustó, lo angustió, fue una sensación tan horrible que lo llenó por completo, le impidió razonar, apurado bajó la escalera llamándolo con gritos desgarradores, porque no sólo era el miedo de que ya no estuviera lo que o impulsaba sino que también sentía mucho dolor en su vientre bajo que había empezado apenas se había levantado de la cama, era tan intenso que sintió que subía en su espalda y bajaba a sus muslos, pero más grande era su desesperación por encontrar a Camiel, de alguna manera consiguió llegar a la mitad de la escalera, Camiel ya venía subiendo cuando encontró a Daniel, él lo había escuchado llamarlo y sin pensarlo corrió dónde él con la velocidad de un rayo, Daniel se lanzó a su cuello llorando del alivio, Camiel lo abrazó de vuelta dejando que su chico lo olfateara para calmarse, él personalmente estaba aterrado, aún no conseguía calmar su corazón. No le preguntaría a Daniel que había ocurrido porque en ese momento ni él mismo podía hablar.

Lo cargó hasta la cama y se acostó a su lado, Daniel no tardó en abrazarlo y sollozar en su pecho, aun no quería decirle que le dolía porque comparado con lo que sintió en el pecho cuando pensó que no estaba eso no era nada. Camiel se sintió impotente, sólo se limitaba a acariciar su cabello y dar palmadas en su espalda. Al cabo de un rato cuando Daniel ya estaba parcialmente calmado Camiel le preguntó.

-¿Estás bien?- Daniel sólo asintió, no quería mentirle pero no quería pensar en que era lo húmedo que sentía entre sus piernas y sintió bajar caliente desde su interior, estaba asustado. Camiel sentía que esa no era la verdad pero no podía presionarlo, porque si para él era difícil sabía que para Daniel lo era aún más. Ambos estaban asustados ante la pérdida, para Camiel del Omega de su vida, su vida misma, para Daniel de su bebé. Pero no podían darle la espalda y fingir que no sucedía, aunque la impotencia lo matara, lo desgarrara, alguien tenía que ser el fuerte. -Daniel... Estoy aquí, estamos juntos- Le recordó. Eso fue lo que Daniel necesitaba para sincerarse con lo que sentía y afrontar las cosas.

-Duele- Despues decir eso sollozó, a Camiel ese sollozo le llegó al alma.

-¿Dónde?- Le preguntó esta vez incorporándose para revisarlo. Pensar en lo que Camiel vería si dejaba que lo revisara de alguna manera lo avergonzó como Omega, no por motivos relacionados con el pudor sino más bien con su debilidad, la sangre que seguramente estaba entre sus piernas era un signo de debilidad, se sentía un fracaso, no podía darle hijos fuertes nacidos de embarazos normales, no, él tenía que tener el enorme riesgo de dejar morir a su hijo cuando aún estaba en el vientre. Ni para eso...

-No, Camiel, debo ir al baño- Intentó levantarse para ir, haciendo caso omiso del dolor, no dejaría que lo viera. Camiel ni atención prestó, con una mano en su pecho le impidió levantarse y sin más comenzó a desvestirlo, parecía no oír las protestas de su pareja.

Grande fue su sorpresa al mirar los hilos de sangre que se veían por sus piernas, y mirándolo dijo -Llamaré al doctor- Esta vez fue Daniel quien lo detuvo.

-No-

-Es importante, hay que averiguar que pasó- Intentó levantarse de nuevo pero Daniel se aferró más a él.

-No llames al médico, ya sé que pasó, no es necesario...- Se sentía reticente a contarle, pero tenía que decirle, aun así no quería preocuparlo -El bebé intentó cambiar de forma, por eso, Camiel... -Lo llamó al ver que frustrado se sentaba en la cama apartando la vista -Camiel, mírame- le pidió, pero este se rehusaba a hacerlo. No le quedó de otra que alzar la voz, tal vez así por fin lo escuchara -¡Camiel!- Este por fin lo miró, y entonces pudo notar que sufría, se quedo mudo ante eso ¿Cómo aliviar a alguien si el mal no es suyo? quitale la preocupación, se respondió. -Te amo- Le dijo entonces, sólo eso podía decir.

Para Camiel que se maldecía así mismo pensando en lo diferentes que pudieron haber sido las cosas si las hubiera hecho bien, que no podía evitar culparse, eso lo desconcertó, una declaración de amor en un momento así, cuando había esperado una recriminación. Estuvo a punto de preguntarle "¿Cómo puedes?" Pero se contuvo.En su lugar dijo.

-Voy a llamar a doctor-

-No Camiel, sólo... -

-Las cosas no están bien-

-Lo estarán-

-No, no hay forma de saberlo, Daniel dejame -

-No, todo va a estar bien-

-No sólo podemos aferrarnos a esa afirmación, entiende-

-No es un afirmación, lo sé, siento que va a estar bien-

-¿Y si no?- Esa pregunta dejó en silencio a Daniel, y Camiel se sintió como un idiota, él tenía miedo también, y él como un imbécil haciéndole eco a lo que seguramente ya se había preguntado. Pero el miedo lo consumía, la culpa hacía estragos con él, por primera vez estaba perdido -¿Sabes qué? Te creo, si tu me dices que estará bien yo te creo, sólo dime que puedo hacer para ayudarte, porque siento que no hago nada por ti- Le habló desde el fondo de su corazón, si es que tenía uno, tal vez su voz no reflejara su angustia pero no había dicho nada que fuera tan cierto en toda su vida.

Daniel se sorprendió, no esperaba eso, entonces sonrió con ternura -Tú haces todo por mi, me lo das todo-

-No es verdad, tu vida sería más sencilla si yo no estuviera involucrado, pienso que estarás mejor sin mi, estoy arruinandote-

-¿Qué dices? Por Dios, no es verdad-

-Lo es, desde el comienzo fui un hijo de puta contigo, todo esto es mi culpa, yo no llegué a tiempo, me burlé de ti, no he estado contigo en los momentos difíciles de tu vida y ahora esto, si yo hubiera hecho las cosas bien ahora tu no-

-Camiel, ¿Sabes que yo me siento igual?- Lo interrumpió.

-¿Qué?- ¿Qué quería decir Daniel? si él era el único que había hecho las cosas bien.

-Sí, a veces cuando no estoy contigo pienso en la cantidad de tiempo de calidad que perdíjunto a ti. ¿Sabes? Yo pude haber ido a tu casa cuando sabía que estabas ahí, pero siempre tuve miedo, antes no lo había visto así pero después de analizarlo me di cuenta, tenía miedo de que no me reconocieras, yo pensaba que si esperaba pacientemente tu vendrías a mi, siempre que te veía desde mi ventana yo corría hacia ti pero cuando llegaba tu ya te habías ido, aún así sabía donde estabas, yo pude haber llamado a tu puerta, porque aunque como pasó en la primera vez tu no me reconocieras por lo menos habrías pensado en mí de esa manera. ¿Te imaginas? yo a mis quince o dieciséis años llamando a tu casa, tú o tu tío abrirán la puerta, yo te hubiera buscado y saltado sobre ti como la primera vez, si es cierto que te negarias al principio pero yo te hubiera exigido tomarme con mis feromonas, con el tiempo como ahora te habría obligado aceptarme, entonces habíamos tenido un noviazgo normal, mi sistema reproductor no estaría dañado y nuestro bebé no estaría en riesgo-

-Daniel eso no tiene sentido- Le dijo Camiel impactado por lo que acababa de oír.

-Lo tiene, no es tu culpa, es mía, por cobarde, tu no podías sentirme y reconocerme, pero yo a ti sí y sin embargo no hice nada, sólo me quedé ahí, esperando como imbécil-

-No Daniel, eso no tiene sentido, no tienes porque sentirte así. Según lo que dices también esto pudo haber pasado, que tal que en tu lugar otro Omega obsesionado conmigo hubiera llamado a mi puerta y me hubiera tentado con sus hormonas y encantado con su cuerpo, como yo no podría saberlo le hubiera creído que era mi Omega-

-Primero mataría al Omega ese cuando me enterara, y lo digo en serio- Eso sacó media sonrisa de Camiel -Y como segundo tu no le habrías creído, si no me creíste a mi tampoco le hubieras creído aun aparecido-

-¿Lo ves? Las cosas se dieron como se dieron porque así lo quiso la vida, tú no podías haber adivinado como sería en el futuro-

-Entonces lo mismo se puede aplicar a ti ¿no? tu tampoco sabías cómo serían las cosas en un futuro ¿quién te habría dicho que yo te iba a gustar tanto, he?-

-Siempre tienes respuesta para todo ¿no es así?- Daniel rió.

-Somo tontos, debemos dejar de pensar en él hubiera, el ahora es más importante. Camiel sé que produjo que el bebé se exaltara y quisiera transformarse, es tu ausencia, el bebé te siente, como yo si no estás se desespera, por eso te necesito conmigo, cuando desperté esta mañana y no estabas a mi lado me asusté mucho, tu haces todo por mi con sólo estar cerca-

Camiel no dijo nada, sólo se limitó a acercarse y llevarlo en brazos hacía el baño para lavarlo. Ahora se sentía mucho mejor, sus culpas habían desaparecido y algo le decía que las de Daniel también.

Pasaron todo el día en la cama, Daniel todavía sentía dolor en su vientre y sus piernas aún estaban entumecidas, aunque había esperado que el dolor se quitara pronto no había sido así. Camiel le había dicho que David se había tenido que ir urgentemente antes del amanecer y como él estaba durmiendo y no quería despertarlo le había pedido a Camiel que se despidiera por él. Daniel esperaba que volviera pronto.

-Oye cariño-

-Umm-

-¿Cuál de tus dos tíos se llama Klaus?-

-Ninguno, Klaus es mi tercer tío...-

-¿Cuántos tios tienes?-

-Tres, ¿Cómo sabes de mi tío Klaus?-

-Era amigo de mi papá, creí que tu tío Albert era él, estaba recordando cuando nos conocimos, papá me contó que tú y tu tío se irían a vivir junto nuestra casa, siempre pensé que tu tío Albert se llamaba también Klaus, sólo ahora caigo en cuenta de que es una extraña mezcla-

- El plan era ese,venir con mi... tío, pero las cosas no se dieron como deberían y él se quedó en una base en Rusia, aunque iba ala casa de vez en cuando, muy rara vez de hecho, no sabía que fuera amigo de tu padre-

-Lo era, papá me comentó que eran compañeros de guerra, umm ¿sabes hablar Ruso?-

-Sí-

-Dime algo en ruso-

-Ты мне очень нравишься-

-¿Qué significa?-

-Eres feo- Eso lo hizo ganarse un puño en el pecho, pero sin poder evitarlo rió.

-Me gusta tu risa-

-Y a mi tus piernas... Y tu cabello, también tu voz y tu culo, y-

-Camiel ¿Estás...?-

-Sí, pero no voy a hacer nada porque aun te duele-

-Es verdad, pero mi boca no duele, lo juro-

-No digas cosas así, no voy a tocarte si te sientes mal-

-Me sentiré mejor si... -

-No-

-Sí-

-No-

-Tengo sed-

-Iré por agua-

-No tomaré agua, si ahora mismo mi estómago y vejiga están vacías y me duelen, no quiero pensar en cómo me sentiré si llenó mi vejiga-

Camiel suspiró, así que por eso no comía, pensó -Iré por jugo y le darás sólo un sorbo ¿De acuerdo?-

-No-

-Daniel-

-¿Qué? Sabes que quiero hacer y de que me quiero alimentar, será beneficioso para ambos, lo juro- terminó su juramento con una risita.

-Te mataré-

-Entonces déjame morir de asfixia- Dijo pícaro con las mejillas sonrojadas.

Camiel se lo imaginó rojo por la falta de respiración al tragarse su... -Ya basta, no voy a aprovecharme-

-Pero yo si ¿Me dejaras morir de sed?-

-Eres un descarado-

-Tu también, así que... Camiel, por favor, te juro que me hará sentir mejor-

-Está bien- Se resignó.

Daniel despacito se acomodó entre las piernas de Camiel puso una suave almohada bajo su vientre y una vez bajado el cierre del pantalón lo demás vino solo.

Preguntarle si había quedado satisfecho era innecesario. Él por su parte había quedado saciado, su sed desaparecida y los dolores de su cuerpo habían mermado.

Los días siguientes la situación se siguió repitiendo, para ambos era la mejor manera de desfogarse debido a que ninguno consideró prudente las penetraciones.

De esa manera otra semana pasó volando, tiempo, sólo eso necesitaban para dejarlo correr. 
         
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