El broche de Oro.


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Camiel se reunía con el informante, la verdad es que había tenido respuesta antes de lo que pensó, sólo había tenido que mandar a esparcir el rumor de que se buscaba cualquier información sobre los Black y que el informante sería bien recompensado y en menos de lo que canta un gallo alguien se contactó con él, sólo esperaba que no fuera una pérdida de tiempo.

Cuando llegó al lugar acordado vió a un Alfa viejo que lo estaba esperando, sólo fue cuestión de acercarse para que este empezara a hablar.

-¿Es usted el que busca información sobre los Black?- El tipo se veía nervioso.

-Así es-

-Debo decirle que tengo miedo por mi seguridad y por la de mi familia, si se llegara a saber que yo hablé no sabría...- Camiel lo interrumpió.

-Jamás diré nada sobre usted, tranquilo- Eso pareció no tranquilizar mucho al hombre pero aun así empezó a hablar.

-Bien, los black son una familia de este pueblo, hace algunos meses el padre y la madre de la familia fueron asesinados, y uno de los hijos desapareció, sólo quedó un hijo Omega pero ese también fue tragado por la tierra después del velorio de sus padres, se le veía devastado, corre el rumor de que se colgó....-

-Eso ya lo sé- Mintió Camiel, esperaba que el dejar solo a Daniel no fuera en vano, pero todo indicaba a que sí.

-Si, pero lo que usted no sabes es que.... -El tipo se armó de valor -Los ataúdes estaban vacíos-

-¿Cómo sabe usted eso?-

-Porque yo trabajo con la funeraria, cuando preparábamos todo para el velorio yo me quedé de último, sólo Dios sabe porqué me atreví a abrir el féretro del señor, pero lo único que ví ahí fueron piedras, lo mismo encontré en el ataúd de la señora. No sé porqué pero los cuerpos no estaban, al día siguiente en el velorio nadie se atrevió a abrir los féretros, ni él hijo de ellos, parecía que se iba a desmayar en cualquier momento, no creo que tuviera la fuerza suficiente para ver a sus padres muertos, las demás personas sólo se acercaban a ellos para hablarle a la madera y se iban a dar las condolencias a ese pobre muchacho, además habían dos hombres sospechosos siempre cerca.-

-No le cuente a nadie de esto, lo sabré - Camiel estaba más que satisfecho con esa información, en su mente empezaba a ver el cordel, sólo tenía que tirar de él para encontrar a los responsables. Se quitó el maletín lleno de billetes que cargaba en el hombro y se lo lanzó al viejo que útil había sido. Luego se fue alejando tranquilamente de allí, era hora de saquear algunas tumbas.

David había tenido que derribar la puerta del baño, Daniel estaba arrodillado gritando y llorando desconsolado, había sido desgarrador verlo así, cuando por fin había dejado de gritar sólo podía repetir que no podía, decía que no podía y se cubría el rostro para llorar. Lo había cargado hasta la cama dónde se había acurrucado y llorado hasta quedarse dormido. ¿Qué había sucedido para ponerlo de esa manera?. Sólo le quedaba esperar a que despertara para preguntarle.

Cuando Daniel despertó se puso en pie y cerró los ojos, pero segundos después se puso a llorar de nuevo.

David se acercó para abrazarlo -Shh cielo, ya, calma ¿Qué pasa?-

-No puedo David- hipó -No puedo convertirme en lobo- David cerró los ojos, había estado a punto de preguntarle si estaba seguro pero considerando su estado habría sido una pregunta estúpida.

-Tranquilo Daniel, todo va a estar bien ¿Sí? Sólo tienes que dejar de llorar, encontraremos una solución pero primero tienes que estar calmado-

Daniel lloró un poco más -¿Qué voy a hacer?- Se lamentó ¿Porque le pasaban estas cosas? se preguntó. Tenía que pensar -V-voy a darme un baño- Se separó de David y empezó a buscar en el closet que ponerse, tenía frío por lo que eligió una gruesa sudadera y un short . Luego se metió en la ducha y dejó que el agua corriera junto con sus lágrimas, cuando sintió que ya no tenía más fue que salió, se vistió y peinó, se aplicaba la crema corporal cuando le dió por oler la piel de su muñeca, sólo olía a rosas, por la crema, no notaba la diferencia del antes y el ahora, aunque sabía por David que ahora no tenía olor. Soltó la crema y se cubrió el rostro para sollozar. Era parecido a cuando te dicen que te tienen que amputar un miembro, esa misma desolación de perder algo querido, algo que es parte de ti y es fundamental... Pero no sólo era la desesperación de pensar que su lobo ya no estaba, era lo que eso significaba, si su lobo se perdía y dejaba de ser Omega entonces ya no podría tener hijos, la única razón por la que Camiel estaba con él era esa, era que era su Omega, pero si dejaba de serlo... Camiel lo iba a abandonar, no lo amaba, no podía hacerlo y desde el principio se lo había advertido, y ahora ya no había nada por lo cual Camiel se quedara con él.

Una cosa era segura, él no podría soportar que Camiel lo abandonara otra vez, eso lo mataría de tristeza, era mejor morir antes de que eso se hiciera realidad así al menos se quedaría con los recuerdos bonitos y no con una decepción más, al final el resultado era el mismo... No, no quería morir, no quería dejar a Camiel, no sabía que hacer, tenía miedo. Quería ver a Camiel, pero al tiempo no quería que él lo viera y se diera cuenta de lo que le había pasado. Había pensado también en irse y abandonarlo antes de que él lo hiciera primero, en irse lejos y no regresar hasta que volviera a ser de nuevo un Omega, pero no era seguro que volviera a serlo, no sabía que hacer, en momentos se levantaba para empacar sus cosas e irse lejos antes de que Camiel regresara y se enterara, pero luego se decía que tenía que confiar en que Camiel no lo abandonaría y que se merecía el beneficio de la duda, pero ¿cómo confiar en él si ya lo había abandonado una vez?. No quería pensar más en eso, no tenía sentido, nada de lo que pensara en ese momento le daría una solución, tenía que ocupar la mente en otra cosa o terminaría loco.

Abrió la nevera y comenzó a sacar cosas para cocinar, tomó un afilado cuchillo y comenzó a picar una cebolla a la velocidad de la luz, al parecer ahora tenía reflejos más lentos porque se cortó, maldijo y abrió la llave del agua para lavar la herida y que dejara de sangrar, el corte había sido un poco más arriba de la uña, le ardía y no parecía querer dejar de sangrar por lo que tomó una servilleta y se envolvió el dedo, la puerta sonó y él estuvo apunto de abrirla sin mirar primero quién era, no podía ser David porque él tenía llaves así que se asomó por la mirilla, entró en pánico, era Camiel, no estaba listo para verlo, de hecho no sabía si alguna vez lo estaría, pensó que tendría más tiempo para pensar las cosas, pero no era así, Camiel había regresado demasiado rápido de su viaje, no quería que lo viera, sólo quería que se fuera, caminaba de un lado a otro desesperado mientras que Camiel tocaba la puerta.

-¿Qué sucede?- Le preguntó David a Camiel.

-¿Estás seguro que Daniel está adentro?-

-Sí, no ha salido- Tomó la llave y abrió la puerta, temía lo peor, pero se tranquilizó a ver que justo delante de la puerta estaba Daniel, como un ciervo que es sorprendido por las farolas de un auto en la carretera, se veía asustado pero se veía bien. -Los dejo solos- Y sin más se fue, ellos tenían mucho que resolver.

Camiel entró y cerró la puerta, dió un paso hacía él pero Daniel lo detuvo.

-No te acerques- Le pidió, temía que lo olfateara.

Camiel no le hizo caso y siguió hasta tenerlo muy cerca, luego lo miró sorprendido, se había dado cuenta, entonces fue cuando Daniel rompió a llorar, él tampoco podía olerlo a él eso lo asustaba más, su nariz estaba tapada, no podía olerlo.

-¿Qué sucedió?- Le preguntó Camiel, estaba sorprendido, estaba... No sabía que más sentía, frente a él sólo podía ver a un humano, uno sin olor, era como estar frente a un espejismo, podías verlo pero cuando te acercabas a él te dabas cuenta que sólo se trataba de una ilusión, sólo que sabía que el verdadero Daniel estaba frente a él, sólo que sin olor, su olor había desaparecido, lastimosamente sus feroces deseos de olfatear su maravilloso aroma no.

-No sé, sólo desapareció, no puedo sentir a mi lobo, no está- Se cubrió el rostro para llorar más fuerte, se estaba preparando para que su peor pesadilla se hiciera realidad, ahora era demasiado tarde para huir y que no se arruinara la ilusión.

Para Camiel aquello indicaba uno única cosa, infertilidad, Daniel no podría tener sus cachorros... ¿Era el momento de darle la espalda y dejarlo? El que no pudiera darle hijos era motivo suficiente para abandonarlo de nuevo. Daniel intentó pasar corriendo por su lado para huir, pero él con sus reflejos rápidos estiró la mano y le agarró un brazo frenándolo de golpe sin siquiera mirarlo. ¿Qué estaba haciendo, no se suponía que eso era lo que tenía que suceder? Sabía que tenía que dejarlo ir, pero tenía que analizar lo que eso implicaba, si Daniel se iba eso significaba que con el tiempo él... Se conseguiría a una nueva pareja, iba a entregarse a otra persona, de ninguna manera eso iba a suceder, que le llamaran egoísmo al motivo por el cual lo retenía, pero por los infiernos que no iba a dejar que nadie que no fuera él lo tocara de esa manera. Entonces volteó y lo miró, fue entonces que se dió cuenta que aún lo deseaba con todos sus cojones, sorprendentemente.

Con o sin olor Daniel seguía siendo condenadamente hermoso. -¿Dónde ibas?- Le preguntó serio. Daniel sólo pudo mirarlo sorprendido. -Es mejor que ni me digas que pensabas abandonarme porque te irá mal, ahora tengo que hablar algo importante con David pero mientras tu ve llendo a mi departamento, tenemos algo que hacer- Y sin más se fue.

Caminó y siguió el rastro de David, lo que lo llevó a recorrer unas cuadras cerca del edificio, David estaba sentado en el andén de la calle, él sólo se sentó a un lado.

-¿Qué fue lo que ocurrió?-

-No sé, cuando lo vi estaba tirado inconsciente en el pasillo, ya no tenía olor... ¿Vas a abandonarlo?-

-No, me voy a quedar con él, aunque él incluya tantos problemas-

-Fue horrible, verlo tan destrozado, cuando no pudo convertirse en lobo casi lo enloqueció, me pregunto porque le suceden todas esas cosas a ese pobre chico, no las merece-

-Me voy a casar con él, eso debe sumarse a la lista de desgracias que le ocurren-

-Eso es una cosa buena, no una desgracia, él te adora, eso lo hará feliz-

-No cuando se entere que ha aceptado un monstruo por pareja, sé que has escuchado los rumores ¿No es así?-

-Sólo he escuchado que eres el mejor de la base, sanguinario, inflexible, y justo. Haz hecho lo que tenías que hacer, es lo que se dice cuando justificas algo que hiciste para sobrevivir y para mi es completamente válido. Si eres un monstruo todos lo somos, todos aquí hemos hecho cosas que se han convertido en remordimientos, así es la guerra, un día pierdes la cuenta sobre a cuántos has matado y luego ya no dejas de preguntarte sobre quienes eran y si merecían vivir, pero lo que haces ya no cambia, si querias que las cosas sucedieran como si no, nada cambia porque así es la vida, sólo queda mirar hacia adelante y apuntar a ser mejor... Daniel- Sonrió -¿Has hablado con él? él piensa que sólo nos enfrentamos con bestias y vampiros, él vive en una ignorancia que resulta refrescante, en una burbuja que protege su inocencia, cuando hablas con él te das cuenta que de lo puro que es, y de pronto sientes ganas de que se te pegue lo bueno, que te regale algo de su optimismo-

-Daniel, él es algo inocente y frágil, es cristiano y cree en las cosas buenas de la vida ¿Crees que Daniel alguna vez llegue a corromperse? Creo que yo lo corrompere algún día, un día temo hacer algo que lo haga cambiar, que lo dañe irreparablemente-

-Eso ya pasó, lo hiciste usar un nada agraciado uniforme de soldado, un uniforme de mucama y despertaste en él deseos de venganza, sólo que es tan hermoso que la maldad se le perdona-

-¿De qué hablas? ¿Eso significa que todo lo que hacía lo hacía aposta?-

-Sí, todo, excepto lo de aprender a pelear, eso le salió solo, pero creo que también te desespera a propósito, él llega contando lo aburrido que te veías viendo las películas paletas que ven juntos, él las odia pero aun así hace que te las veas y luego se destartala de la risa recordando, aún no te ha perdonado el que lo abandonaras-

-Así que por eso era tan irritante...David ¿Te harás cargo de la boda y el papeleo? Yo aun tengo mucho por resolver esta semana-

-Claro, en diez días tendré todo listo-

-Diez días es mucho-

-Entonces cinco, ¿has descubierto algo nuevo?-

-Sí, en los ataúdes de los padres de Daniel sólo habían rocas, eso significa que los cuerpos están en otro lugar, también es posible que aún estén vivos-

-Hay que investigar a tus tíos, ellos son muy sospechosos en todo esto... Camiel el doctor dijo que la muestra de sangre ya fue analizada, mañana hay que ir a las tres de la tarde a su oficina.-

-Iré, y de paso llevaré a Daniel para una revisión, necesito saber que pasa con su cuerpo-

-Entonces hay que movernos, hay mucho que hacer, empezaré a organizar la boda, he decidido que pondré cámaras en los departamentos de tus tíos y en las salas de reunión, podría darnos información útil- David se levantó y Camiel hizo lo mismo -Cuéntame lo que el doctor te informe-

-Lo haré, David, muévete con cautela, nadie pude saber nada sobre nuestros planes-

-Lo haré- Sin más cada uno tomó caminos diferentes.

Camiel caminó hasta su departamento, tenía prisa por llegar, tenía algo muy importante que hacer. cuando entró en la habitación se encontró con que Daniel estaba tendido en su cama, seguramente se había dormido esperandolo, aunque no creía que se hubiera demorado tanto para eso, aun así se quitó la camisa lentamente y la dejó caer en el suelo mientras se aproximaba a él.

Se movió lo más lento que pudo y se subió sobre la cama, con una uña afilada de lobo que dejó aparecer empezó a desgarrar despacio su ropa, lo más fácil fue su ropa interior de encaje, y así fue retirando los trozos de tela de su piel hasta dejarlo desnudo en su totalidad, por alguna razón hacerlo así mientras dormía confiado le daba un morbo terrible. Admiró su hermosura y lo sexy que era su cuerpo ¿Quién iba a pensar que un rubio le iba a gustar tanto? deslizó los dedos por la blanca piel de su vientre bajo hasta llegar a su pequeño pene, comparado con el suyo era un chiste, lo tomó con dos dedos y lo apretó un poco para ver si reaccionaba, satisfactoriamente si. Sonrió con malicia y separó sus piernas posicionándose entre ellas y poniéndolas sobre sus hombros, que carnosas eran, tuvo deseos de morder una de esas piernas lechosas que tenía pero se contuvo, no quería que se despertara tan rápido, mejor se metió dos dedos en la boca, luego los sacó y empezó a acariciar su entrada, movió lentamente el dedo hasta que insertó la punta en él, era tan deliciosamente estrecho, poco a poco introduciendo la otra punta del otro dedo y comenzó a moverlos circularmente para hacer espacio, una cosa era segura, sus dedos eran anchos, por lo que tenía que hacerlo cuidadosamente, fue entrando en él con bastante paciencia, hasta que sólo quedaron sus nudillos, fue entonces cuando empezó a sacarlos pero antes de hacerlo del todo los metió otra vez y así empezó simulando embestidas.

Daniel se despertó algo desorientado con una extraña sensación en el trasero, movió la piernas intentando cerrarlas pero no pudo, entonces abrió los ojos y se encontró con la mirada burlona de Camiel mientras le hacía una mamada, el primer gemido que soltó fue de impresión, los que le siguieron fueron de puro placer.

Se suponía que sentía la piel de plástico, no de fuego, como en ese momento, y sus dedos, Dios, se sentían muy bien, aunque lo estaba desesperando del deseo de algo mucho más... Grande. Aunque eso no le hizo falta para correrse, sólo bastó un pequeño mordisquito en la punta de su pene por parte de Camiel para que esto ocurriera.

-No duras nada- Se burló el Alfa.

-C-cállate- le dijo sin aliento. Camiel le mordió la cara interna del muslo haciéndole soltar un gritito, luego se incorporó para mirarlo completamente, se veía deseoso, las pupilas ridículamente dilatadas, las mejillas sonrojadas, la respiración agitada, su pequeña y rosa erección goteando semen, sus piernas separadas exponiendo su entrada que no parecía ni haber sido tocada, se veía precioso.

-Es raro, aquí no estás mojado, pero excitado sí que estás, ¿Crees que puedas recibirme sin tu lubricación? - Él lo veía imposible, como subir un elefante en una cuchara.

-Si, lo creo, ahora... - Sólo lo quería adentro, eso era todo.

-Creo que lo dices porque no estás pensando con claridad- Intentó convencerlo aunque no tenía muchas ganas de que Daniel cambiara de parecer, la verdad.

-¿Acaso eso es posible cuando estás tan cerca de mi?- Si Camiel no entraba en él a voluntad, estaba seguro que iba a violarlo, hasta que lo complaciera como debía.

-Sabes como convencer niño, pero no quiero que salgas lastimado, mejor vamos a hacer otras cosas- Le ofreció.

¿Otras cosas? Era un Omega por el amor de Dios, con otras cosas no se sentiría satisfecho, era un Omega... Ya no lo era, recordó y fue como un balde de agua fría. Él ya no podía atraer a Camiel, no era interesante para él, no tenía olor y sin olor a Camiel no podría provocarle nada. De pronto se sintió ridículo, expuesto como estaba, desnudo, deseoso de algo que Camiel no podía darle porque no sentía ganas, si se estaba esforzando entonces ¿Por qué Camiel estaba ahí, sobre él? Una respuesta cruzó su mente, lástima. El mero hecho de que Camiel como Alfa que era no lo poseyera aunque estuviera rogándole con la mirada y algo más que eso era la confirmación. Como un rayo se lo quitó de encima y se sentó en la cama, no podía respirar pero como para se sentía en el momento eso era una superficialidad. Intentó levantarse de la cama pero Camiel con un movimiento rápido lo tumbó en la cama y de nuevo se posicionó sobre él.

-¿Dónde crees que vas?- Le preguntó más que confuso por su comportamiento, Daniel no contestó, también tenía los ojos cerrados. -Mirame Daniel- Le pidió, pero Daniel no le hizo caso. -Si quieres decirme algo, dimelo Daniel, estoy escuchándote- De nuevo aquel silencio, a Camiel se le acabó la paciencia, tomó la orilla de su pantalón y lo bajó junto con la ropa interior hasta quitarselo, estaba demasiado duro, como una roca, y dado que no tenía camisa ahora él también estaba desnudo. Lo tomó de las muñecas y separó sus piernas con la rodilla. -¿Quieres que pare?- De nuevo sin respuesta, pero aun así podía escuchar el latido de su corazón agitado y su respiración dificultosa. -Demonios- No podía poseerlo si estaba de esa forma, pero estaba tan frustrado sexualmente que pensaba en violarlo, sólo que no cedía la impulso,así que se dejó caer sobre él, totalmente perdido entre lo que quería hacer y lo que era correcto.

Daniel se estremeció por el contacto de pieles, sentía su enorme pene haciéndole presión en el trasero y eso de verdad le sorprendió, se movió un poco para retroceder, pero Camiel no lo dejó, en lugar de eso dejó caer más de su peso sobre él para inmovilizarlo.

-Si no quieres que te coma mejor no te muevas- le advirtió con la voz ronca de deseo reprimido.

Daniel tenía algo que analizar, Camiel si lo deseaba, era obvio con esa erección, definitivamente quería tener sexo con él, entonces ¿Por qué se frenaba? entonces lo entendió, era él el que se indisponía y él que no estaba complaciendo a su pareja.

-Puedes hacerlo si quieres- Le ofreció, moviendo como un centímetro el trasero.

-No si no quieres-

-Quiero, lo quiero más que a nada en la vida- le dijo en un susurro.

Camiel no iba a ponerse a pensar en nada con lo desesperado que estaba por él, aceptando su oferta separó más sus piernas mientras lo miraba a la cara buscando cualquier rastro de duda, pero no, Daniel lo miraba con los ojos brillantes, los mismo con los que lo había mirado hace unos momentos. Se posicionó entre sus piernas y empezó a ingresar en él, estaba tan estrecho que fue difícil, fue entrando más en él poco a poco, podía ver como Daniel apretaba los dientes y se tragaba las protestas, las lágrimas se escapaban de sus ojos, como miraba su rostro fijamente no se perdía detalle. Miró por fin hacía la unión de sus cuerpos y se dió cuenta que lo lastimaba más de lo que pensó que lo haría, sangraba.

- No puedo seguir Daniel, te estoy lastimando- Se detuvo.

-Si te detienes ahora voy a llorar- Le advirtió sintiéndose un inútil, era un milagro que Camiel lo deseara aun sin olor, tenía que aprovecharlo.

-Ya estás llorando- Le dijo secándole una lágrima de la mejilla.

-Duele- Le informó por fin, aun así utilizó sus piernas alrededor de él y lo apretó para que fuera más profundo en él, para retenerlo y que no se saliera de dentro de su cuerpo, sentía que era lo único que estaba a su alcance.

-Siento como si te estuviera quitando la virginidad de nuevo- Le hizo saber cuando por fin estuvo todo dentro, se sentía realmente bien, era como tener una funda de seda caliente alrededor de él. No se atrevió a moverse todavía.

-Duele como si así fuera- Pasó las manos por debajo de sus brazos y lo apretó arañandole un poco, era demasiado grande, jamás había sido tan consciente de eso, sin su lubricante natural se sentía diferente, no tan placentero, aun así deseaba que ese momento durara toda la vida, tal vez en diez días Camiel encontrara un nuevo Omega, uno de que fuera tan defectuoso como él, otro al que si amara, y el dolor que pensar eso le ocasionaba era mayor a cualquier otro que hubiera sentido, apretó más las manos a su espalda como buscando fuerza, su cuerpo temblaba y no podía detenerlo.

-¿Tienes miedo?- Preguntó al sentir como se tensaba y temblaba su cuerpo. Él necesita todo el autocontrol que tenía para no moverse salvajemente y desgarrarlo por dentro.

-Sí, no me dejes- Le pidió en un acto de desesperación.

-¿Por qué haría eso?- Le preguntó, él quiso saber porque Daniel pensaba que lo dejaría pero Daniel entendió mal, pensaba que Camiel le pedía razones para no dejarlo.

-Sé que nuestro trato era diferente pero... Yo quiero estar contigo, puedo ser lo que tu quieras, si quieres tu amante, si consigues a un Omega que te de a tus hijos yo podría cuidarlos también y... Si tu omega se opone yo me quedaría lejos pero esperaría a que me visitaras donde sea que yo estuviera, no me importa si es cada año sólo... No me olvides, no me dejes, se que seré una molestia para ti pero... - No pudo continuar ¿Cómo lo convencía? No tenía ganas de hacer lo que decía, por Camiel lo haría sin duda pero sólo pensar en compartirlo lo lastimaba, no era justo ¿Por qué? ¿Por qué pasó eso? Ahora Camiel tenía que buscar otro Omega -¿Porqué? - Le preguntó como si mágicamente él fuera a tener la respuesta -Tengo miedo Camiel- Le dijo llorando.

-¿Estarías dispuesto a ser mi amante?- Camiel no podía creer lo que escuchaba, ¿de verdad existía alguien que se sometiera a todo lo que decía por él?.

-Si es lo que quieres que haga- Le dijo mirándolo a los ojos. Camiel no pudo aguantar y empezó a moverse a un ritmo lento y profundo, Daniel sufría, sin embargo no se quejaba, apretaba los dientes con fuerza, dejaba que las lagrimas hablaran por él, pero no le pedía nada, ni siquiera que fuera más lento.

-¿Estás diciendo que esperaría por mi visita una vez al año con tal de tenerme cerca? ¿No estarías triste?- ¿Qué clase de ser era Daniel?.

-No me importa si puedo estar contigo unos minutos más- Y con eso Camiel entendió, Daniel era un ser que le entregaba todo lo que tenía, no importaba si eso lo heria, Daniel para él no tenía reservas, le entregaba su cuerpo, su corazón y su alma, todo a cambia de un minuto de su tiempo, todo a cambio de migajas y sin quejarse, porque no existía nadie en el mundo que lo amara más de lo que él lo amaba y no existiría jamás, de eso podía estar seguro, y algo apretó su pecho. Dios lo estaba premiando, él no se merecía a Daniel, un hijo de puta como él, un monstruo ¿Por qué dejaban a alguien como Daniel en sus manos? No lo merecía, lo lastimaría ¿Qué no se daban cuenta?. ¿Acaso era esta la disculpa que le daban desde los cielos por los años oscuros que vivió? o ¿Ponían a Daniel como sacrificio al Dios pagano que habitaba en su interior? Daniel era una luz en el mundo cínico y asqueroso en el que estaba ¿Por qué Dios lanzaba una pieza de oro a los perros?. ¿Era el momento de hacer lo correcto como un cristiano por primera vez en su vida? ¿Debía dejarlo ir?... No, este tal vez fuera el más grande sus pecados, pero no iba a dejarlo ir. Como si fuera una tentación del diablo o un regalo de Dios, Daniel era suyo por los siglos de los siglos, alguien en el cielo se lo había prometido como hijo Alfa que era y ese alguien de arriba tenía que cumplir su palabra, así alguien haya bajo estuviera esperándolo por eso, por el broche de oro que cerró su condena, por sus pecados anteriores, pero en esta tierra nada podría separarlo de él.

-Daniel, voy a decirte un secreto- Metió la manos debajo de su cuerpo y lo alzó como si nada. Daniel sólo podía mirarlo temiendo lo peor, su respiración se había quedado congelada, esperando. Camiel acercó su boca a su oído y en un movimiento rápido clavó sus afilados colmillos en la carne entre su hombro y cuello. Daniel gritó, el dolor fue demasiado intenso, insoportable, sabía que no sería tan insoportable si fuera omega, de hecho abría sido hasta placentero, pero ahora el dolor lo tenía petrificado, temía moverse para evitar ser más lastimado, quería huir. Poco a poco la intensidad pasó hasta ser un entumecimiento, y entonces el sentimiento de horror que fue ocasionado cuando su pareja lo hirió de esa manera tan brutal se desvaneció dando paso a la confusión, a la incredulidad ¿Camiel lo acababa de marcar?.

En el momento en el que la sangre de Daniel pasó a su boca siendo degustada por sus papilas gustativas algo cambió, como la calma después de una tormenta de nieve, calma absoluta, tranquilidad, se sintió renovado en una forma que no podía explicar. Se sentía como cuando se gana una guerra y se está vivo de nuevo, ¿Sería este un nuevo comienzo? Algo había cambiado, ahora tenía un alma, podía sentirla, era la de él, pero eso le bastaba, se pertenecían en un lazo que iba mucho más allá del razonamiento como para ser entendido, la posesividad que creyó sentir por él comparado con lo que sentía ahora no era nada, ahora Daniel era la cosa más importante para él, su pecado, su alma, su vida, porque ahora eran uno, para siempre.

-Eres mío - Le susurró cuando sus colmillos volvieron a ser afilados dientes y se desencrustaron de su carne. Lamió la herida para curarla, dejando solamente una cicatriz, su marca eterna sobre él. Estaba próximo a llegar al clímax, sentía que su nudo comenzaba a formarse en la base de su pene, así que invirtió las posiciones para que Daniel quedara sobre él y fuera más cómodo para ambos. El silencio reinó por unos minutos, en lo que él se corría y Daniel se estremecía en sus brazos, apoyado en su pecho.

Luego de un momento Daniel se armó de valor para preguntar sin mirarlo, sólo pasando un dedo por su fuerte pecho -¿Por qué?- Camiel no respondió, eso lo desconcertó -Camiel, acabas de atarte a mi, en el momento menos indicado ¿En qué pensabas?- Sabía que debería estar agradecido con Camiel, ahora se sentía seguro y en parte tranquilo, pero también culpable, eso le impedía emocionarse, si Camiel no lograba tener hijos por su culpa... -¿No te das cuenta que acabas de atarte a mi? Tal vez sea una causa perdida y ya no hay marcha atrás, tu te ataste a mi de por vida- Camiel pensó que en realidad era al contrario, él lo había atado a su lado de por vida y la causa perdida era él, pero aun así jamás se lo diría. En el momento se sentía tan cómodo y satisfecho que sentía deseos de sonreír.

-Camiel, maldición, dime algo- Se apoyó con los brazos en su pecho y alzó el rostro para por fin mirar a Camiel a la cara, se encontró con que este sonreía hermosamente, como un pilluelo. Jamás le pareció tan hermoso, sintió unos enormes deseos de tocar su rostro, seguramente con cara de hipnotizado estiró la mano y bajó su mano en una caricia de su mejilla hasta su mentón, embobado. Camiel tomó su mano y llevó un dedo a su boca, chupándolo, cuando Daniel aproximó su mano pudo notar un pequeño corte en su dedo.

Cuando terminó de curarlo le dijo con voz segura -Vas a casarte conmigo- Ambos sabían que no era una pregunta. Daniel no tuvo la suficiente bondad de decirle porque no podían, decidió ser egoísta y aceptar las acciones de Camiel, al fin y al cabo era justo lo que quería y más feliz no podía ser. Esa noche Camiel lo acarició como nunca, como si lo descubriera, torturó sus pezones, curó con su lengua los desgarros que antes había hecho su miembro, jugó con su cuerpo a voluntad y lo dejó amarlo hasta que perdió la conciencia.

Al día siguiente Daniel no podía sentirse más a gusto, se había despertado en la madrugada por alguna razón, y cuando abrió los ojos Camiel estaba mirándolo fijamente, no le había dado tiempo a preguntar nada porque de inmediato lo atacó con besos y con una sesión extendida de sexo. Cuando se despertó de nuevo supo que ya era de día, Camiel no estaba cuando volteó para mirarlo, se sentó en la cama algo dolorido, las caderas le dolían y los muslos también, se miró los brazos y vió marcas de dedos, también habían de esos en sus piernas y definitivamente el trasero también le dolía, aun con todo eso estaba feliz. Se tocó la marca de Camiel y sonrió, deslizó lentamente la mano de su cuello hasta su pecho recordado lo vivido y dió un respingo de sorpresa cuando con la palma de su mano rozó un pezón, fue extraño, se sintió más sensible de lo normal, pero decidió dejar de pensar en eso, no importaba, se dejó caer de nuevo en la cama, se sentía en el cielo, el olor a sexo y Camiel estaban por todas partes... Aspiró de nuevo ¡Podía oler a Camiel! Su sentido del olfato había regresado, tal vez ahora pudiera transformarse en lobo, aún no sentía al lobo pero tenía que intentar, cerró los ojos y con desilusión se dió cuenta que aun no podía transformarse. Escuchó la puerta abrirse y vió a Camiel entrar, si que era guapo, no podía dejar de mirarlo, Camiel se acercó a él y él sólo pudo atinar a levantarse de la cama y quedarse esperándolo hasta tenerlo bien cerca.

-Deja de mirarme así, creo que con lo de anoche es suficiente para ti, te traje algo para comer- Camiel intentaba parecer inmune a sus encantos, pero se le era difícil, Daniel era delicioso, su piel, su rostro, su cabello, sus anchas caderas, sus piernas, él era perfecto, pero también frágil, su cuerpo había vuelto a tener su maravilloso aroma en la madrugada y no había podido resistirse, había sido muy rudo con él y los resultados saltaban a la vista, era obvio que estaba adolorido y las marcas que había dejado sobre él eran escandalosas, mejor era evitar cualquier encuentro que pudiera lastimarlo. Camiel puso las bolsas de comida en lamesa de noche y cuando se retiraba Daniel le saltó encima y ambos cayeron sobre la alfombra del costado de la cama, no tuvo reparos en darle el beso francés de su vida, desnudo como estaba sobre él fue imposible resistirse, Camiel intentó invertir posiciones para estar encima de él como tanto le encantaba pero Daniel no estuvo de acuerdo y casi le gruñó, sólo le quitaba la ropa y besaba las partes que quedaban despejadas, desabotonó los pantalones y los bajó liberando una enorme erección imposible de ignorar, Daniel tampoco tuvo reparos en darle la comida de polla más placentera de la historia, sin juegos previos él simplemente empezó a engullir y a mover la cabeza rítmicamente, daba arcadas y cuando miraba hacía arriba mostraba los ojos llorosos, tan erótico, Camiel tenía las manos en su cabeza, no lo guiaba pero necesitaba tocar ese cabello tan rubio suyo, Daniel a veces lo rozaba con los dientes pero eso no le importaba, a Daniel tampoco le importaba respirar, eso le preocupaba, no podía permitir que Daniel se asfixiara con su polla así que tomó de las mejillas a Daniel y lo alzó, este miró a Camiel desconcertado mientras tomaba aire pero luego le dio una sonrisita traviesa y puso sus manos sobre las de Camiel y con suavidad las guió hasta donde estaban antes para retomar su trabajo, uno genial donde se embutía la deliciosa verga de Camiel hasta el fondo de la garganta, hasta donde podía, no sólo se detuvo ahí sino que empezó a jugar con sus testículos, los acariciaba con los dedos y les daba lamidas cuando se hacía muy necesario respirar, luego de un rato Camiel por dió indicios de llegar al orgasmo, el nudo en la base de su pene comenzó a formarse, fue el momento para que Daniel se concentrara solamente en la punta mientras que cerró su puño alrededor del nudo, cosa que Camiel agradeció ya que anudar fuera del Omega era doloroso, claro que eso Daniel no lo sabía. Daniel estaba más concentrado en tragarse todo el semen que salía y no desperdiciar ni una gota, el nudo no duró tanto en deshacerse como lo haría dentro de él, duró sólo como dos minutos de hecho, el sabor de Camiel en sus papilas gustativas era tan satisfactorio que no lo podía explicar, de momento sólo sabía que le habían entrado unas ganas increíbles de hacerle una felación hasta que él lo alimentara con su leche. Cuando la razón fue llegando a él, la sangre en su cara también, se había comportado como un desvergonzado, que verguenza. Poco a poco subió la mirada y la estúpida sonrisa lobuna y burlona de Camiel estaba ahí, esperándolo, era demasiado consciente de la situación, él en medio de sus piernas con la cara roja por lo que acababa de hacer con tantas ganas. Camiel puso las manos en sus mejillas de nuevo guiandolo a sus labios, lo besó hasta que se quedo sin aliento, no pareció importarle que aún tuviera su sabor en la boca. Cuando el beso finalizó Camiel no pudo evitar agregar un -Si lo hubiera sabido te habría marcado antes-                 
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