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Daniel se despertó con el sol dándole en el rostro, la noche anterior había olvidado cerrar la cortina y agradeció eso bastante ya que la alarma no había sonado esa mañana, de no haberle dado el sol en la cara quién sabe hasta cuando hubiera dormido. Se levantó de la cama y fue a darse un baño, se cepilló los dientes, se vistió y arregló, mientras aun se miraba al espejo miró su vientre y lo tocó preguntándose si el bebé que tenía ahí sería niño o niña. Acarició su vientre de forma circular durante unos minutos, pero luego recordó que era algo tarde y comenzó a arreglar su cuarto, cuando hubo terminado fue a ver si sus niños ya se habían despertado.Al primero que visitó fue a Liam, que distraído escribía algo en su cuaderno. Daniel le estampó un beso en la mejilla y luego lo abrazó achuchando. -Hola mi amor-
-Hola mamá... Mamá, no puedo respirar- Se quejó su tierno y lindo hijo.
-¿Qué haces bebé?- Le preguntó alejándose y mirando lo que hacía. Él estaba coloreando a la familia con lápices de colores, era tan adorable.
-Mi tarea- Le contestó Liam. Daniel apostaba un millón a que sería Alfa.
Liam ya tenía seis años he iba a la escuela, desde hace un año había tenido el receso y había dejado de transformarse y al contrario de lo que todos pensaban, que se sentiría incómodo en su forma de humano porque antes sólo permanecía en su forma de lobo, a él le gustaba su forma de niño, Liam realmente se veía muy cómodo siendo un niño ¡Un niño tierno! como antes permanecía tanto en su forma de lobo no había ocasión para cortarle el cabello, por eso ahora él contaba con una larga y lisa cabellera negra que lo hacía muy exótico.
-Eres muy responsable hijo, te felicito y tu dibujo es hermoso- Le acarició la cabeza con cariño con el pecho hinchado de orgullo y amor. -¿Dónde está tu hermano?- Le preguntó para ver si sabía.
-Afuera, en el patio- Le contestó volviendo a su tarea.
-Bueno, más tarde te llamo a desayunar ¿Tienes hambre?- Le preguntó alejándose.
-No, antes me comí una manzana- Le contestó. Daniel reprimió sus deseos de suspirar, Liam era tan independiente.
-Iré a ver a los Mellizos- Le informó.
-Aún duermen- Le contó. Daniel sonrió, ya sabía que le diría que hacían, Liam era muy atento a todo así que a Daniel no le sorprendía que Laim supiera todo lo que pasaba, Liam era el hijo que todos quisieran tener, sospechaba que sería un niño prodigio... Ya lo era.
Se fue hacía la habitación de lo Mellizos y los vió a ambos dormir en su forma de lobo, ellos tenía dos años de edad y ambos eran niños, Sorin y Sacha, sus dos traviesos, aunque Sorin era más juguetón que Sacha, ambos tenían los ojos verdes y eran exactamente iguales excepto por el hecho de que Sacha era rubio y Sorin tenía el cabello negro carbón, como su padre. A los mellizos les encantaba estar en brazos y ser mimados, aunque Sorin prefería más los brazos de su padre y Sacha los suyos. Sacha le subió una patita encima a Sorin e hizo que Daniel sonriera enternecido, eran muy tiernos y lindos, eran unos bebés preciosos, todos sus hijos eran muy guapos. Camiel y él eran buenos haciendo niños bonitos porque los hacían con mucho amor, pensó algo malicioso.
Extrañaba mucho a su esposo, pensó entristecido.
Supuso que no pasaría mucho hasta que los gemelos despertaran así que fue a la cocina para preparar el desayuno, o ese era su plan hasta que vió desde la ventana que daba al patio a Akim que estaba sentado dandole la espalda y tuvo que ir a saludarlo, se veía sospechoso.
-Aah, Akim por Dios, si tenías hambre habían sandwichs preparados y fruta en el refrigerador- Se quejó al verlo con la ropa manchada de sangre, estaba en su forma de niño masticando la carne cruda de algún animal que seguramente había cazado desobedeciendo su orden de jamás ir al bosque sin supervisión, Daniel realmente estaba muy molesto, cualquier cosa mala le pudo haber pasado en el bosque.
Akim lo miró y después de tragar le dijo con dulzura -Hola mami- Daniel suspiró, Akim era un rebelde, uno que sabía cómo derretir su corazón.
-Hola mi amor- Le contestó el saludo con ternura y luego se puso serio para regañarlo -¿De dónde sacaste eso? Espera, antes dime ¿Recuerdas lo que te dijimos de ir solo al bosque verdad?-
-Es un conejo mamá, y no fuí al bosque, él entró en el patio de la casa cuando lo vi y lo atrapé-
-¿Es por eso que estás en tu forma de niño y manchaste tu ropa?- Quiso saber, se preguntó si quitarían las manchas de sangre.
-No había tiempo para transformarme mamá, el conejo no me dió espera y tuve que atraparlo pronto-
-Pero aun después de que lo atrapaste, cuando ya estaba muerto ¿Por qué te lo empezaste a comer en forma de niño? ¿No podías haberte transformado?-
-No... Ya no puedo mamá- Le informó algo triste
-¿No? Ow cielo- Lo abrazó Daniel ya sabiendo a qué se refería, él ya tenía cinco años de edad y su receso había llegado. -No te pongas triste ¿Sí? Tu lobo volverá antes de que lo eches de menos- Le dijo besando su cabello.
-Está bien mami, de todas formas aun puedo cazar y comer carne cruda- Le dijo su hijo. A Akim le encantaba la carne cruda y tenía unos instintos cazadores bastantes arraigados.
-¿Cuando te diste cuenta que no podrías transformarte? Pudiste haberme dicho, así te hubiera hecho sentir mejor, te hubiera dado helado-
-Ayer en la noche... ¿Aún puedo tener helado?-
-Cuando termines tu conejo- Bromeó Daniel. -Cuando termines ve a ducharte y te cambias de ropa, ah, y dejas la ropa sucia bajo la cama, no la mezcles con la otra- Dijo Daniel levantándose y yéndose a la cocina.
Cuando hubo terminado de hacer el desayuno llamó a sus niños para que comieran, desayunaron todos juntos, exceptos los bebés, que aún dormían, desde que Camiel se había ido habían desarrollado el hábito de juguetear de noche por su habitación, así que tenían actividad en la noche y dormían durante toda la mañana.
-Liam ¿Cuántos niños hay en tu clase?- Le preguntó Akim a Liam
-19- Contestó este. -¿Cuántos niños hay en tu clase?-
- 21 ¿Y ellos son amables? ¿hay peleas?-
-No, ninguna hasta ahora ¿Hay peleas en la tuya?-
-Sí, el otro día un niño se transformó y mordió a otro que no podía transformarse ¿Y hay niñas?-
-Sí... Oye mamá ¿Crees que pueda practicar Karate?- Le preguntó Liam.
Daniel que se quedó preocupado con eso de que un niño se había transformado en lobo y había mordido a otro contestó -Sí, creo que estaría bien, sólo voy a consultarlo con tu padre ¿De acuerdo?- Le preguntó mientras pensaba que tendría que hablar con la profesora para saber que había pasado.
-Bueno- Aceptó Liam.
-Mamá ¿Cuándo volverá papá del trabajo?- Le preguntó Akim.
-Espero que pronto ¿Ya lo extrañan- Les preguntó a sus hijos.
-Sí, me explicará algo -contestó Liam
-Mucho, me prometió cazar conmigo- Dijo Akim.
-Bueno, supongo que tendremos que extrañarlo mientras regresa- Daniel suspiró, de verdad lo extrañaba mucho, tanto que juraba que en cuanto volviera no lo dejaría salir de la casa por lo menos durante tres semanas enteras -Bueno niños, se nos terminó el suavizante de ropa y algunos alimentos, creo que tendremos que ir a la tienda-
-¡No!- Le dijeron sus niños al mismo tiempo, Daniel suspiró, al menos debía intentarlo, no había nada como seleccionar las cosas el mismo. -Supongo que llamaré para que me traigan las compras a domicilio- Comentó, los niños realmente no estaban de acuerdo con que dejaran la seguridad de la casa y tenían una razón muy válida para eso.
-Voy a arreglar la casa y luego a preparar el almuerzo, y luego de almorzar saldremos todos al bosque a dar un paseo, o mejor, almorzaremos en el bosque, quiero ir al lago, si, iremos a nadar esta tarde- Planeó.
Los chicos se miraron entre sí y luego asintieron sonriendo encantadoramente a su madre
-Está bien mami-
-Iré a terminar mi tarea- Dijo Liam pues ya había terminado con su desayuno.
-Akim, tráeme la ropa de esta mañana cuando acabes ¿Sí?- Le pidió Daniel al ver que sólo le faltaban dos cucharadas para acabar.
Daniel suspiró en su cama, los planes de ir al lago y tener un picnic ahí se habían arruinado, a Akim le había dado un dolor de barriga que lo había preocupado tanto que quiso llamar al doctor en varias ocasiones, pero como en un momento le dolía y al otro estaba bien no supo que hacer, afortunadamente el dolor desapareció totalmente y pudo estar casi tranquilo, aunque puso a Akim a reposar en la cama durante todo el día hasta la cena, dónde ya decía estar bien.
No sabía que había sido eso, tal vez el conejo que había comido en la mañana le había hecho daño, aunque por lo mucho que había comido en la cena suponía que no tanto, aun así lo tendría vigilado para asegurarse.
Ahora los niños estaban dormidos, los mellizos no se despertarán hasta las dos y tenía algunas horas para dormir, así que cerró los ojos, abrazó la almohada de Camiel que aún tenía su olor y rezó para que volviera pronto, lo extrañaba tanto que empezaba a ser insoportable. Un minuto después de cerrar los ojos los tuvo que volver a abrir porque llamaban a su puerta, al abrir la puerta se encontró a Liam.
-¿Puedo dormir contigo mami?-
-Claro mi amor-. Juntos se acostaron a dormir abrazados.
Daniel sintió que la cama se hundió bajo algo pesado y supuso que era alguien así que abrió los ojos encontrándose con los verdes ojos de Camiel mirándolo fijamente, parpadeó varias veces sin estar seguro de si soñaba.
-Hola mi amor- Le dijo Camiel sonriendo.
Daniel saltó de la cama como impulsado como por un resorte y lo abrazó, estaba tan emocionado de verlo por fin que se prendió de él como si fuera un koala -Te extrañé mucho, mucho-
-Y yo a ti- le dijo él comenzando a morder su cuello y a sobarlo por todas partes.
-Espera, espera - Lo frenó Daniel recordando que Liam también estaba en la cama, aunque volteó a mirar y no era así, se extrañó un poco pero Camiel no lo dejó pensar mucho porque tomó su mentón y lo besó, en un beso de tornillo húmedo que lo hizo perder la cabeza casi completamente, hasta que pasó por su cabeza el recuerdo de los gemelos -Espera, Espera Camiel, los niños- Camiel no lo dejaba hablar porque lo besaba y desvestía.
-Ya los acosté a dormir- Le dijo Camiel entre besos no queriendo detenerse.
-¿Qué hora es? ¡Camiel!- Lo empujó, no podía continuar si estaba preocupado por los niños. Camiel por fin se detuvo a regañadientes y al fin lo miró a los ojos. -¿Cómo que los dormiste? ¿Qué hora es?- Miro el reloj de la pared y ponía 3 y algo ¿Cómo rayos era esa hora? La alarma no había sonado ¿Camiel había llegado y se había encontrado con los niños despiertos? Dios, que mala imagen -Camiel, no pienses que yo duermo mientras los niños juegan sin supervisión, sólo que la alarma no sonó, creo que está dañada o algo así... -
-Tranquilo cielo, llegué a la una y me quedé con los niños mientras jugaban hasta cansarse y dormir, no es tu culpa, sólo que la alarma no sonó, está bien- Lo tranquilizó Camiel no esperando a que Daniel lo procesara para volver a atacarlo.
-No Camiel, no toques ahí, me duele- Le dijo cuando Camiel le frotó un pecho con su palma.
-¿Estás muy sensible?-
-Sí-
-Dime dónde te duele, ¿Aquí?- Dijo tocando un pezón a través de la tela del top.
-No... Sí, mis pechos están prohibidos para ti, me molesta, no toques-
-¿Y si los toco suavemente?-
-No, no tocar Camiel, duele, si no puedes controlarte te ataré las manos- Lo amenazó.
Camiel se rindió y se acostó en la cama algo fastidiado -Quiero tener sexo pero tu no ¿Verdad?-
-Perdona, me gustaría darte la bienvenida con sexo fabuloso pero realmente mi cuerpo no quiere sexo-
-Lo sé, cuando estás esperando siempre hay algunos días donde no quieres porque no sientes excitación sexual-
-Así que lo notaste... ¿Estás bien con eso?-
-Sí, aunque me consuelo pensando en los meses que vienen serán los mejores- Y era verdad, Daniel pedía y disfrutaba del sexo todos los días del año, era justo de alguna forma que sólo en algunos días cuando estaba en embarazo no quisiera sexo.
Daniel se acostó a su lado y lo abrazó -Te extrañé mucho, el otro día estuve a punto de llorar pensando en ti, fue un mes largo-
-Lo sé, perdona por no llamar, pero sabía que si escuchaba tu voz dejaría todo y regresaría a casa-
-Lo sé, es difícil para ti dejarme cuando sabes que estoy en cinta- Dijo Daniel, por su parte para él era muy difícil dejarlo ir cuando estaba en embarazo porque sentía que si él no estaba algo malo podía pasar.
Es dificil para mi dejarte aun cuando no estás en cinta, pensó Camiel pero no dijo nada -¿Cómo estuvieron las cosas mientras no estuve?- Preguntó Camiel.
Daniel acarició el pecho de su esposo con suavidad mientra le contaba -Los mellizos adoptaron el hábito de jugar en la noche y dormir en la mañana, Liam quiere recibir clases de artes marciales, Akim tiene que reforzar sus intentos por aprender a leer según la profesora y creo que tienes que ayudarle a dominar sus instintos, ayer en la mañana me lo encontré en el patio comiendo un conejo en su forma de niño, Dios, a su edad yo ni siquiera hubiera podido asustar uno, creo que hubiera sido al revés, el conejo me hubiera comido a mi-
Camiel rió -Es porque a su edad te interesaban más los corsés y los peinados- Se burló.
Daniel se reincorporó y le golpeó el pecho -Yo tenía seis, no cinco cuando eso y esos fueron las bases para tener todos los hábitos y la estética que tengo ahora-
Camiel se rió -Lo sé, y no me quejo- Le tocó una nalga -¿No podrías ponerte esa lencería con corsé roja que tienes?- Le preguntó muy cachondo.
-No, creo que no mereces verme en corsé después de haberte burlado y, ya estás muy cachondo sin eso-
Camiel aspiró y luego soltó el aire lentamente -Tienes razón, mejor, sigamos en lo de antes, entonces Akim cazó un conejo y se lo comió-
-Es forma de niño, Ah, espera, olvidé decírtelo, entró en etapa de receso, me dijo que fue antier, lo que no entiendo es ¿Cómo es que sin el instinto animal aun le gusta la carne cruda?-
-Akim será Alfa- Contestó Camiel.
-¿Y si es Omega?-
-No habría problema, pero él será un Alfa, estoy seguro-
-Liam también será un Alfa, es muy protector-
Camiel asintió -Liam también será un Alfa, aunque creo que deberíamos inscribir a Liam a una escuela para niños con coeficiente intelectual alto-
-¿Tú crees? me gustaría que nuestro hijos fueran juntos a la escuela-
-Lo sé, pero hay que pensar en él-
-Dejemos pasar unos años más y vemos que piensa él al respecto ¿Sí? No quiero que se sienta desorientado- Le pidió Daniel.
-Está bien, pero hay que buscar una escuela de artes marciales he inscribirlo ahí y luego convencer a Akim para que asista a clases también, creo que ser un poco disciplinado estaría bien par aplacar sus instintos, mucho de algo es malo-
-No cuando es sexo de lo que hablamos- Razonó Daniel.
-Tu sabes que no tienes deseos de tener sexo y aun así dices frases como esa cuando sabes que yo tengo en llamas los pantalones, eres un diablillo algo injusto-
Daniel sonrió travieso -Sólo señalaba un hecho, aunque puedo tocarte yo a ti, así te sentirás mejor- Le ofreció.
-Ambos sabemos que no me detendré allí, tu me frenaras y yo acabaré de mal humor-
-Y luego cuando mi livido regrese tu te vengarás y me harás rogar por sexo, y terminaremos revolcandonos durante horas para al día siguiente morirnos del sueño mientras cuidamos a los niños- Contó la historia completa.
-Sí- Aceptó Camiel con una sonrisa. Ambos estaban acostados de lado mirándose de frente a los ojos.
-¿Pensaste en mí?- Le preguntó Daniel sintiendo un poco de sueño.
-Todo el tiempo, sé que te tocaste pensando en mí- Afirmó Camiel mirando a su Omega luchar contra el sueño.
-Lo hice, pero no era suficiente ¿Pediste el permiso? No quiero que vayas más a trabajar, te necesito aquí-
-Lo hice, pero en tres días tendré que irme a presentar el informe, luego de eso volveré y me quedaré contigo todo el tiempo-
-Envíalo por correo, o por fax- Le sugirió, sabía que no podía pero realmente no quería que se fuera.
-Sabes que no puedo- Le acarició la mejilla con cariño, eso sólo arrulló más a Daniel que cerró los ojos sin podría resistir más.
-Odio tu trabajo... Olvidé poner la alarma y mañana hay que levantarse temprano ¿Podrías... Ponerla- La voz de Daniel se iba apagando poco a poco -Camiel- Lo llamó.
-Dime-
-Te amo- Diciendo Esto último Daniel cayó profundamente dormido.
Camiel lo observó dormir y pensó en lo afortunado que era, de verdad había elegido muy bien.
Daniel había cuidado él sólo a cuatro niños durante un mes, además estaba embarazado, era de admirar.
Él y los niños habían estado comunicándose en secreto por un celular que les había dado sin que Daniel lo supiera y estos le informaban todos los días de los movimientos de su mamí y aunque parecía excesivo sabía que no lo era, en lo absoluto.
Por ejemplo hace unas semanas Liam le había informado que cuando fueron todos juntos a la ciudad de compras un Alfa había molestado a Daniel, el tipo era un borracho que fue atraído por el dulce olor a embarazo de Daniel y empezó a insistirle delante de sus hijos para que fuera con él, diciéndole cosas sucias, Daniel simplemente lo había ignorado pero él tipo lo había tomado del brazo y antes de que Daniel pudiera reaccionar Liam le había lanzado una lata al borracho para que lo soltara, también Akim se había transformado y había estado a punto de saltarle al cuello, había sido una situación muy dramática y peligrosa. Daniel había reaccionado de una manera bastante violenta al ver que el tipo parecía tener intenciones de atacar a sus hijos, bendito fuera David por enseñarle a defenderse porque según Liam con la ayuda de un florero Daniel le había dado la paliza de su vida al tipo. Debido a eso Camiel le pidió a sus hijos que persuadieran a su madre de ir de compras cuando este lo mencionara. Camiel no pudo dejar de pensar durante muchos días en todo lo que pudo haber salido mal en ese día, sus hijos pudieron salir lastimados, Daniel pudo salir lastimado, el bebé en camino pudo... No quería ni pensarlo, había querido salir corriendo de la misión y volver a su casa, pero se controló y mejor contrató de nuevo al equipo de seguridad que hace años había contratado.
Hace dos años aproximadamente había contratado un equipo de seguridad para que vigilarán a Daniel cuando él no estaba, de alguna forma Daniel se había dado cuenta y jamás tuvieron una pelea tan grande desde entonces, Daniel lo acusó de no confiar en él, de ser un controlador, un celoso, también dijo que si pensaba que era una débil madre que no podía defenderse a sí misma ni a sus crías se lo dijera a la cara, él le decía que era por su seguridad pero Daniel no entendía razones, así que tuvo que despedir al grupo y sólo así Daniel volvió a dejarse tocar por él, al final Daniel reconoció sus razones de seguridad, pero no aceptó al grupo de ninguna forma. Si Daniel llegaba a enterarse de que había contratado al grupo de seguridad de nuevo se armaría troya...
Pero aunque había contratado a un grupo que le prestaría apoyo a Daniel de ser necesario aun no se sentía satisfecho, no era suficiente seguridad, no había nada como asegurarse el mismo que todo estaba bien.
Akim lo había llamado el otro día diciendo que dando un paseo por el bosque a Liam casi lo mordía una serpiente, como su hijo estaba en etapa de receso no la había podido olfatear y de no ser por Daniel que la había agarrado del cuello y lanzado lejos Liam habría corrido peligro.
Daniel era maravilloso y una excelente madre, pero ese era el problema, era tan buena madre que se exponía a muchos peligros por proteger a sus niños, no quería que daniel se arriesgara asimismo, proteger a los niños lo era todo, pero no quería poner de escudo a Daniel, por eso necesitaba estar con su familia. Desesperado le había pedido a los niños que evitaran cualquier paseo al bosque, gracias a Dios su trabajo ya había terminado de momento y podía dormir tranquilo de nuevo.
Daniel se estaba esforzando mucho, estaba durmiendo poco y trabajando duro, era el mejor, tan hermoso, amoroso y único, pero no quería que se cansara de más y menos en estado de embarazo.
No era que la alarma estuviera dañada, era que Liam la desconectaba para que así su madre pudiera dormir más, él también consideraba que su madre descansaba poco, era una suerte que sus hijos fueran tan inteligentes y entendieran todo.
A la mañana siguiente Daniel se despertó, buscó a Camiel a su lado pero no lo encontró, miró el reloj y vió lo tarde que era tarde y por primera vez en muchas semanas no corrió, estaba tranquilo, los niños estaban con Camiel así que todo estaba bien.
Se tomó su tiempo para arreglarse y luego bajó encontrándose con su familia en el comedor, se extrañó un poco de ver a los mellizos jugando por ahí, era muy temprano y ellos a esa hora solían dormir, pero luego se dijo que era cosa de Camiel, el que él estuviera en la casa siempre mejoraba todo.
-Buenos Días mi amor- Saludó a su marido con un beso corto.
-Buenos Días amor ¿Tienes hambre?- Le preguntó Camiel.
-Un poco, sí, ¿Qué hiciste?-
-Nada demasiado elaborado- Le contestó sirviendo su desayuno.
-Hola mamá- Lo saludaron los niños.
-Hola mis amores- Los saludó sonriendo -Se ve delicioso, Liam toma tu leche- Le pidió Daniel al ver que no la tocaba.
-¿Puedo ponerla antes en el congelador?-
-Si- Daniel se levantó y puso el vaso de leche de Liam en el congelador por él ya que no alcanzaba.
-Mañana es lunes y tu y Akim tienen que ir a clases, Akim tienes que estudiar en la tarde, Liam, tú también ¿Akim te sientes bien hoy? ¿Te duele la barriga?-
-No, estoy bien ¿Me das helado?-
-Cuando acabes tu desayuno-
-Yo también quiero helado mamá-
-Esta bien, pero primero te tomas tu leche-
-¿Qué te parece si después del desayuno vamos al lago? - Le preguntó Camiel a su Omega.
-Bueno, pero regresamos antes de mediodía, los niños necesitan estudiar-
Aquella tarde los niños niños no estudiaron nada, se habían pasado gran parte de la mañana nadando y cuando volvieron a la casa en lugar de estudiar los niños vieron una película infantil en la sala con sus padres, el día entero fue un día familiar.
Al final del día Daniel arropaba a los gemelos y los dejaba durmiendo en su forma de bebés humanos mientras que Camiel arropaba a Liam y a Akim, Daniel salía de la habitación de los gemelos y Camiel de la de Akim cuando la pareja se encontró en el pasillo, ambos se miraron con deseo en los ojos y sonrisas traviesas afloraron en sus labios, la noche prometía mucho.
-Ven aquí Rubio- Le susurró Camiel lo suficientemente duro para que Daniel escuchara.
Daniel negó y en su lugar huyó a su habitación, Camiel vió su trasero alejarse y se relamió los labios para seguirlo después. Al llegar a la habitación lo irritó mucho el no encontrarse a Daniel en la cama, entonces lo buscó por la habitación, le parecía desconsiderado por parte de Daniel hacerlo buscarlo, tenía una enorme erección que no daba espera pero al parecer Daniel quería enseñarle el valor de la paciencia, así que pensaba que cuando lo atrapara lo haría desear haberle puesto más fáciles las cosas.
Daniel estaba en el vestidor al lado de la puerta esperando la llegada de Camiel, sabía que no debía desesperarlo, pero es que olía a macho excitado y se le hacía irresistible el molestarlo. Dió un brinco cuando Camiel de la nada lo atrapó.
-¿Qué? - Lo molestó Camiel encerrando entre sus brazos y la pared -Creo que va siendo hora de que te torture un poco ¿no?-
En respuesta Daniel sólo sonrió para después en un movimiento inesperado doblar sus rodillas y ponerse al nivel del sexo de Camiel para con una facilidad que sólo daba la práctica liberar su pene y comenzaba a chuparlo.
Dejó que Daniel hiciera eso por dos maravillosos minutos, pero eso no era el comienzo de lo que planeaba hacer, así que separó a Daniel de su miembro con delicadeza y comenzó su dulce tortura -Parece que el livido de Alguien regresó- Dijo al notar que Daniel tenía una erección, la apretó contra su palma para luego dejarlo tranquilo.
-Camiel, cogeme ya- Le rogó Daniel a su guapo y caliente esposo.
-Apenas comienzo, mañana será uno de esos días donde nos caemos del sueño mientras cuidamos a los niños- Le aseguró mientras se deshacía de su ropa y contemplaba su delicioso manjar, amaba a Daniel infinitamente, las cosas de él que antes le parecían nada útiles ahora lo tenían fascinado; sus uñas bien arregladas, su cabello perfecto, sus tacones, Dios, adoraba cogérselo mientras aún los tenía puestos, su lencería fina y esos vestidos elegantes que se ponía que lo hacían querer sentarlo en su regazo y dejarlo cabalgar durante horas.
Daniel se rió, aunque no pudo pensar nada más después de eso, cuando Camiel y él hacían el amor no existía nada más.